Salvador Novo nos dice que la ciudad de Tlatelolco deslumbro a Cortés por los mercados que tenia por que ahí se encontraba infinidad de alimentos, desde legumbre, frutas, vegetales y cualquier animal de caza que se pudiera imaginar; desde gallinas, perdices, codornices, lavanco, dórales, zarcetas, tórtolas, palomas, pajaritos de cañuela, conejos, liebres, venados y perros pequeños. Finalmente en los dichos mercados se vendían todas cuantas cosas se hallaban en la tierra.
En la época de la evangelización, el día de todos los santos, las cosas eran peores todavía; los mayordomos sacrificaban no menos de doscientos toros, los hervían con chile y totopos, se presentan en la mañana cargando sus grandes ollas.
”Todo lo que camine, corra, se arrastre y vuela va pa’ la cazuela.” Anónimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario